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San Francisco Industrial


Los orígenes en la ciudad

La promoción industrial de Los Molinos Río de la Plata
Los establecimientos Molinos Río de la Plata SA, se hallaban vinculados a las actividades de la ciudad desde 1905 cuando se hicieron cargo de las primitivas instalaciones de molienda Carlos y Enrique Iturraspe.
Desde entonces, sucesivas y grandes ampliaciones, condicionaron un gran establecimiento con centenares de obreros que controlando las modernas y complicadas maquinarias de la planta industrial hacían llegar la producción a 100 toneladas de harina y derivados por día.
Los gigantescos silos de almacenaje, divididos en tres grupos y realizados de acuerdo con las más modernas concepciones en la materia, permiten el estacionamiento de 12.000 toneladas de cereales. Además, a todas las variedades de harina y subproductos de la molienda de trigo, se suma la distribución de los productos alimenticios que la firma elaboraba en plantas industriales propias situadas en distintos punto del país, tales como las reconocidas firmas de aceite “COCINERO”, arroz “CONDOR” y la yerba “NOBLEZA GAUCHA”.
En 1946, quien se encontraba al mando de estos molinos era Luis Capriatta, en reemplazo del titular Enrique Mangiatierra. Equivale decir que los Molinos Río de la Plata SA constituían para la ciudad un ponderable valor de promoción industrial y comercial acorde con la importancia alcanzada en ese entonces.
 

 
La Organización Tampieri y una industria fideera desde la ciudad al mundo
Cabe resaltar que San Francisco se había convertido en una ciudad industrial por excelencia y bastaba con la sola mención de uno de sus establecimientos para afirmarlo. San Francisco fue sede del establecimiento modelo de pastas alimenticias durante muchos años y la fama de sus productos traspasó las fronteras de la nación y llegó hasta países europeos.
 

 
El sello TAMPIERI constituyó bandera y asta en la trayectoria de la calidad y la honestidad comercial. La empresa no fue una improvisación y logró ser un símbolo en la ciudad. Los antecedentes de la organización se remontan a más de un siglo y entroncan en los ascendientes de don Ricardo Tampieri, cuya fábrica de fideos funcionaba en Bologna, en la bella Italia.
Desde 1890, la organización se ha desenvuelto en ritmo acelerado que asombraba a su propio apoderado de la firma. En un discurso ante los industriales de toda la provincia de Córdoba, Ricardo Tampieri dijo: “Fundar una industria con el propósito exclusivo de labrarse una fortuna, en un anhelo profundamente humano; fundarla para ennoblecerla y hacerle rendir el máximo de su producción es ya una aspiración de orden superior”.
 

 
Al pequeño edificio de los primeros días, le sucedieron radicales transformaciones y gigantescas ampliaciones; la renovación de los equipos mecánicos ha seguido el mismo ritmo y en muchas oportunidades, los titulares de la organización se han adelantado a la creación de la ingeniera mecánica, introduciendo en herramientas reformas que solo la experiencia y la capacidad técnica puede resolver con espíritu clarividente.
La imponencia de la fábrica industrial se vio complementada con las realizaciones que se llevaron a cabo en su interior. De las modernas instalaciones, de la complejidad y perfeccionamiento de todos los dispositivos que pasaban desde las prensas hasta los modernos sistemas de secado, para proseguir el proceso de elaboración que culminaba en el envasamiento, los cuatro y cinco pisos de la fábrica albergaban a una laboriosa colmena.
 

 
La gama de productos era amplia y se preparaban más de 120 tipos de fideos. Las especialidades tales como los fideos concentrados al huevo, al tomate y a la espinaca y los centenares de productos afines compuesto por el alimento “Tampieri”, el producto “Milka”, el trigo candeal pelado, la sémola de maíz, la harina al tomate marchaban todos en primera línea con los “Maccheroni di Natale” y los exquisitos Lasagnones.
La firma no descuidaba el asesoramiento de sus consumidores y así es que en los idiomas más corrientes se han editado completos recetarios que la organización remite gustosamente a quienes lo solicitaban.

Otra actividad
Los señores Tampieri han dedicado también una parte de sus afanes a la instalación del Jardín- Vivero y Granja “La Milka”, situada en el sector sudeste de la ciudad. Una organización modelo, cuya producción contaba con las preferencias de una vasta clientela que iba desde el modesto adquirente particular hasta las grandes operaciones para proveer de plantas a los paseos públicos.

Santiago Puzzi & Cía, el emporio industrial y la diversidad productiva
Los grandes talleres de la firma Santiago Puzzi y Cía constituyeron un pilar de la industria en la ciudad. Instaladas en el sector santafesino de San Francisco, las plantas industriales cubriendo millares de metros cuadrados bajo gigantescos galpones eran un canto al trabajo diario.
El espíritu propulsor de la empresa perteneció a Santiago Puzzi, talentoso industrial que con visión de lo que significaba para el país su industrialización, abordó con éxito las más diversas realizaciones. Así es que las primitivas plantas destinadas a la construcción de Cosechadoras y Trilladoras de arrastre instaladas en el año 1929 se fueron convirtiendo rápidamente en un macizo de construcciones en cuyo interior máquinas de toda naturaleza, dirigidas por hábiles operarios bajo la supervisión de Puzzi y sus más allegados colaboradores.
De la inventiva de Santiago Puzzi surgió la Cosechadora Trilladora Automotriz, la más avanzada realización en su género y una de las máquinas que constituyeron motivo de orgullo para la fábrica y la industria nacional.Sumado a ello, se crearon autocosechadoras de arroz que funcionaban con excelentes resultados en varias zonas arroceras del país.
Vinieron además las grandes prensas continuas para aceites vegetales proyectadas íntegramente por la casa y realizadas en sus talleres como cortadoras de yuyos para aeródromos, máquinas de arrastre y automotores para limpieza de cereales, secadores de caseína, pies a coliza y micrómetros.Luego de unos años, la firma lanzó a la venta una moderna sierra mecánica para frigoríficos y carpinterías de construcción aerodinámica con todos los movimientos, incluso el motor eléctrico que la accionaba, blindados por la misma armazón fundida de la máquina. De esa manera, se iniciaba la construcción de tornos de precisión.
 

 
En las fábricas Puzzi, cada material y cada unidad, era sometida a un riguroso proceso de prueba, eliminándose cualquier defecto y realizando renovaciones sin reparar en el costo, con el propósito de que una vez vendida la unidad la operación haya sido realizada con plena conciencia de su buen funcionamiento.
 

 
Investigador minucioso, Santiago Puzzi brindaba con su esfuerzo una tarea constructiva que ha llevado a la casa a colocarse en un plano de superioridad sobre sus similares argentinas y extranjeras, puesto que muchas características de sus máquinas tenían carácter exclusivo.

Los tornos de la firma Bofelli y Finazzi llegaron a Cuba
La empresa se especializó en la fabricación de tornos de precisión, proyectados íntegramente por el titular de la firma, Emilio Bofelli.
La construcción de una máquina herramienta de precisión suponía una capacitación teórica excepcional complementada con una práctica de largos años consagrados al estudio y perfeccionamiento de cada creación.
 

 
De tal manera, los tornos Bofelli y Finazzi, por su construcción sólida y por sus características adaptables al trabajo corriente, conquistaron fama en el país. El prestigio trascendió Argentina y llegó a Cuba donde el funcionamiento de estos tornos determinó al industrial de aquel país, J. Martínez Ruíz, a enviar una carta entusiasta poniendo de relieve que América Latina contaba con un espíritu creador y mano de obra especializada para producir, equiparando en calidad y rendimiento a las mejores concepciones de la ingeniería.
Digno complemento de esta firma y como jalón inicial del proceso de fabricación fueron los talleres metalúrgicos de la firma BOFELLI Y BARADIOTTI, en cuyas instalaciones se realizaban las fundiciones destinadas a ser trabajadas en los talleres Bofelli y Finazzi.
Las instalaciones de fundición lograron la realización de la totalidad de las piezas necesarias y además de ello se realizaban otros trabajos encargados por empresas e industrias de la ciudad y el resto del país.
Metalurgia y transformación constituyen los eslabones continuos en la mutua colaboración de estas dos firmas que lograron el propósito de dar completa forma a la fisonomía industrial de la ciudad.

Florentino Puzzi, un exponente de elevado ingenio creador
En la construcción de maquinaria herramienta la firma Florentino Puzzi se convirtió en un referente en la industria local. En efecto, el fundador Puzzi inició sus actividades con la fabricación de platos universales para tornos con 3 mordazas de acción sincronizada en el tipo de diámetro de 190 milímetros alcanzando un resonante éxito a través de la colocación de centenares de unidades que satisfacían las necesidades de los usuarios.
Sumado a ello, y entendiendo la dinámica del mercado nacional, Puzzi dedicó ponderables lapsos de tiempo en la creación de una máquina limadora rápida de precisión, aportando el caudal y produciendo a gran escala una unidad que tenía las siguientes características: inclinación de la mesa 30 grados aproximadamente, movimiento horizontal y vertical automático, embrague por palanca, fricción a cono y la unidad era accionada por un motor eléctrico 1 HP.
Su excepcional rendimiento hizo que la producción de la fábrica se agotara tan pronto como se iban terminando las máquinas, las cuales casi en su totalidad fueron adquiridas por talleres de Buenos Aires.
Al tiempo, crearon una nueva máquina proyectada y construida en los talleres Puzzi. Se trataba de una fresadora Versal con movimientos transversales y horizontales automáticos. Su motor acoplado estaba embutido en la columna principal de la máquina contando con un divisor de precisión que permitía el corte de engranajes rectos y helicoidales desde un mínimo hasta engranajes de 35 centímetros de diámetro.
La firma Florentino Puzzi, en la producción de maquinaria herramienta colocó a San Francisco en la vanguardia de la industria del interior del país, superando a Capital Federal.
 

 
Una fábrica de sillas de la mano de Magnano & Cía
El establecimiento se fundó en 1925, transformándose en julio de 1943 en sociedad industrial y comercial, bajo la denominación de Fábrica Argentina de Sillas “BAMAN” – B.A. MAGNANO SRL, constituída por los señores Bartolo A. Magnano, Agustín Magnano y Alfredo Ricottini.
La fabricación inicial fue de 30 sillas diarias, llegando a más de 500 unidades por año. Se distribuían en todo el país, contando con representantes en la capital federal, capitales de provincia y territorios para una mejor atención. A su vez, su producción ocupó lugares de preferencia en los mercados de Chile, Paraguay, Bolivia, Perú, Centro América y Sud África.
 

 
La firma utilizaba con preferencia materias primas del país, especialmente los productos forestales del norte. Entre las particularidades de preferencia que utilizaba la fábrica, merece destacarse la fabricación de sillas tipo “Viena”, de maderas curvadas, procedimiento debidamente estudiado y adaptado de acuerdo a las posibilidades de aplicación de las maderas nacionales, cuya confirmación fue premiada con la amplia aceptación de más de treinta modelos distintos para el amueblamiento de importantes clubes, confiterías, hoteles, casas de familia, etc.

La Sociedad Rural, índice de potencialidad en San Francisco y zona
La entidad, que agrupaba entre sus asociados a lo más calificado de la actividad agropecuaria que está en estrecha vinculación con el comercio, la industria y la producción, fue y sigue siendo un digno exponente de la potencialidad económica de la ciudad y la región.
Sus magníficas instalaciones situadas sobre la ruta 19 eran escenarios de remates y ferias en los cuales se ponía de manifiesto la capacidad productora de la región. Además, se habían vuelto tradicionales las exposiciones anuales que reunían a empresarios con el propósito de abrir nuevos horizontes y entablar vínculos con otras firmas.
Los concursos de vacas lecheras, exposición de animales, la habilitación de los pabellones de industria y comercio fueron señalando lo que es hoy la Sociedad Rural.

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